Banco blanco.
Banquito blanco, me cantas con los ojos las paradojas de tu vida de oscuro rincón.
Sé de tu negro esperar, inutilidad que marcan los días hasta que tu silencio se encuentra con mi necesidad. Y sin embargo, banquito, blanco banquito, tu nívea laca es testigo de un enorme servicio, transformaciones que el más eximio jugador de Legos envidiaría: mesita de luz, escalera, última silla a la mesa.
Banquito, banco blanquito, cómo explicarte que sos mi mejor repuesto, mi back up, mi apoya pies. Cómo contarte en un idioma que compartas, que te conozco desde antes de saber caminar. Y agradecerte, pues te convertiste, poquito a poco, en la diáfana extensión de los confines de mi cuerpo. Porque allí donde los secretos de las alturas me fueran velados por los adultos, me hiciste más alta; mas cuando hizo falta descansar, fuiste una tercera pierna para mí.
Banquito blanco, metonimia de una vida, lunar de una casa, sello indeleble del recuerdo, corazón de madera pintada, sobrevivencia del pasado: viviste como yo, amarillos flluo, empapelados a florcitas, tiros alto y tiradores, cabelleras del color de la manteca; cuando el maquillaje era birome, cuando la peluquería era uno mismo y las tijeras eran jirafas, cuando los castillos eran de arena y el arena degustable, abuelas cuyas piernas eran tan largas que daban para montar; azulejos amarronados, teléfonos verdes de discar, la casita de la A o etiquetas para nombrar.
Banquito, banco blanquito, como si la costumbre te hubiese borrado de mi mirar, así como se olvida uno de respirar y sin embargo sigue haciéndolo. Hoy, noche epifánica de mi temprana adultez, te descubro en los dispares resquicios de la emoción.
Sé de tu negro esperar, inutilidad que marcan los días hasta que tu silencio se encuentra con mi necesidad. Y sin embargo, banquito, blanco banquito, tu nívea laca es testigo de un enorme servicio, transformaciones que el más eximio jugador de Legos envidiaría: mesita de luz, escalera, última silla a la mesa.
Banquito, banco blanquito, cómo explicarte que sos mi mejor repuesto, mi back up, mi apoya pies. Cómo contarte en un idioma que compartas, que te conozco desde antes de saber caminar. Y agradecerte, pues te convertiste, poquito a poco, en la diáfana extensión de los confines de mi cuerpo. Porque allí donde los secretos de las alturas me fueran velados por los adultos, me hiciste más alta; mas cuando hizo falta descansar, fuiste una tercera pierna para mí.
Banquito blanco, metonimia de una vida, lunar de una casa, sello indeleble del recuerdo, corazón de madera pintada, sobrevivencia del pasado: viviste como yo, amarillos flluo, empapelados a florcitas, tiros alto y tiradores, cabelleras del color de la manteca; cuando el maquillaje era birome, cuando la peluquería era uno mismo y las tijeras eran jirafas, cuando los castillos eran de arena y el arena degustable, abuelas cuyas piernas eran tan largas que daban para montar; azulejos amarronados, teléfonos verdes de discar, la casita de la A o etiquetas para nombrar.
Banquito, banco blanquito, como si la costumbre te hubiese borrado de mi mirar, así como se olvida uno de respirar y sin embargo sigue haciéndolo. Hoy, noche epifánica de mi temprana adultez, te descubro en los dispares resquicios de la emoción.
4 Comentarios:
te re bancó
si ese banco hablara...
primero no entenderíamos nada, después miraríamos el pequeño adminículo contenedor de drogas y nos preguntaríamos por primera vez ¿que changos estamos fumando?, después nos asustaríamos muuucho (por el banco, no por las drogas) y finalmente, por fin entrando en nuestros cabales, lo escucharíamos y nos reiríamos en grandes cantidades con sus historias. También lloraríamos, pero ese es el último paso.
que casualidad cabeza de ladrillo:
i love you 2.
or do i love U2?
mierda, se me acaba de borrar el comentario que había redactado. Y en honor a ese ya muy leído principio de texto: era re largo.
mi pereza tomada en cuenta, me contento con rescatar cosas como: es buenísimo.
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