lunes, julio 10, 2006

Cuando la Mona Lisa es una de las siete maravillas del mundo

Ambos, el saber y el azar, rigen las leyes del juego (las leyes de ambos juegos).
El primero es aquel que se desenvuelve bajo la conducción del señor K, que no es otro que el risueño Guido Kasca. Preguntas como “Qué cantidad de letras “ele” contiene la palabra yugular”, “Cuál es el cuádruplo de cuarenta”, u otras más arriesgadas como “En qué continente se encuentra Surinam”, desafían las sagaces mentes de nuestros jóvenes argentinos deseosos de viajar a una ciudad que los mapas desconocen, y que responde al nombre de “Bariló”.
Compiten tres grupos, cada uno correspondiente a cada uno de los colores que representan a la estación emisora. Entre esos colores hay un color que se destaca. No, capaz no estuvieran muy convencidos acerca de si al aumentar el número dos en un cincuenta por ciento, este daba como resultado tres o cuatro, no. Sí, capaz en un arranque de sublime patriotismo se obnubilaran momentáneamente y creyeran que el regional Martín Fierro sería capaz de vender más copias que la longeva Biblia.
Pero el equipo verde tenía un algo especial, una chispa, un saber la diferencia entre una consonante y una vocal que les valió su merecido primer puesto en la primera ronda del juego. Hasta aquí el conocimiento.
La segunda parte del juego recuerda otro programa de similares fines que se desenvolvía bajo el mando del amigo Silvio. Es aquí donde entra en (junate-el-término-término) juego, el azar. Un número determinado de llaves para cada grupo, un número que se reduce en función del buen desenvolvimiento en las respuestas anteriormente citadas: una llave entre dos enciende el motor del micro que llevaría al equipo verde a su ansiado destino, una entre cuatro para el azul, una entre catorce es el número que le corresponde al rojo.
Es el turno del equipo verde. Sus posibilidades son del cincuenta por ciento. El blanco o el negro, el triunfo o el fracaso, el uno o el dos. Van a por el dos. El conductor Mario toma la llave, la introduce en la ranura, el señor K chequéa su reloj, promociona chocolates Milka, le pregunta a todos los participantes si tienen novio, si tiene novia, si le quieren mandar un saludo a su mamá, a Úrlingam o a Lomas. Las expectativas aumentan, las cámaras se posan sobre la tribuna del verde, la llave gira. Pero quiere el destino que la llave gire para el lado de la fatalidad. El equipo verde se las ve con el vaso medio vacío.
Le toca ahora al equipo azul, sus posibilidades se reducen al veinticinco por ciento. El equipo verde no pierde las (junate-el-término) esperanzas. Es la tierra, el agua, el fuego o el aire, es una de las cuatro puntas de la crística tumba de Jesús, pero sólo una. El destino, Mario, Canal Once, los escribanos, y el último pasajero del equipo azul, vuelven a girar la llave en el sentido opuesto a la anhelada ciudad. El equipo verde casi respira: si el equipo rojo no gana (y tiene pocas chances), será entonces el verde el feliz merecedor de la travesía.
7,14285714% de posibilidades para el equipo rojo. Si María, Pepa, Carlota, Dolores, Magdalena, Matilde, Consuelo, Alma, Mónica, Melinda, Penélope, la Señorita Ardilla, Pía Beatriz y Piripipipi se juntaran a tomar té, y sólo restara cantidad suficiente para llenar una única taza con la aromática infusión; cada una de estas mujeres se encontraría ante las mismas chances que el equipo rojo, de satisfacer su deseo. Una llave entre catorce. El equipo rojo (junate-el-término) está jugado. El equipo verde ya saborea su triunfo. Eligen la llave número ocho, el conductor de micros Mario la toma y la introduce en la ranura, el señor K. chequea el reloj, pregunta a los concursantes si quieren mandar novios o novias a Úrlingam o Lomas, si tienen saludos que los estén esperando en casa, promociona su pene y vuelve a chequear el reloj. El señor K. comunica que es la hora de la verdad. Es el retorno al sí o al no, al fifty-fifty, el triunfo de unos y el fracaso de otros. La llave gira. Los motores del destino eligen: rugen a favor del equipo rojo. El mediocre-tinto con hielo-dosmásdostres Equiporrojo es el beneficiado con el viaje desafiando todas las ideas de justicia divina, mundana o judicial que pudiera uno tener. Pero no hay matufia alguna: son las leyes del juego, el conocimiento y el azar: El primero es el juego del señor K., el segundo es el Juego de la vida, que no es ningún juego de mesa y lo juegan tú, tu perro, tu mamá y tu ficus. Tu computadora no.