miércoles, agosto 23, 2006

Ese cuento de nunca acabar

Fernández:
Querido fernández, dos puntos:
O, en el caso, señores banco galicia-dos-puntos, que pudieran tener ustedes la amabilidad de, entender que muy de mi consideración, NO me voy a correr de la cola, que la caja para jubilados y pensionados y lisiados y embarazados me sienta tan bien hoy, y esta carta tan, tan certificada, tan que llevo escrita hace mil años, se las deposito si me dicen que es necesario, pero que me den un recibo, se los ruego, pues la aprecio aunque para ustedes no sea más que un balde de ropa sucia y anumérica. Esta carta es mi ropa sucia personal, si me permiten este lenguaje ligeramente metafórico.
lo que pasa, fernández-con-minúscula, es que tuve un sueño.
¡Lo que le quiero decir Fernández y en mayúsculas es que ayer soñé con Usted!
Y es todo tan cínico, mi vida, mi asfixiante sol de invierno…
En el único lugar en el que no te quiero ya, es en mis sueños, eso yo no lo sabía, eso hoy yo lo sé. Ya sé que dije otra cosa, supongo que fue otra quien hablaba. Pero yo ya no. Hoy lo sé. hoy que todo no va a ser otra cosa que esto.
Es tan cínico, mi vida, mi asfixiante ensoñación…
Nunca más esa felicidad, esa certeza corrompida por un complejo de cuerdas ¿es que los siguen haciendo de cuerdas? Lo que quiero decir, todo lo que te pido, si aun me queda algo de crédito en esta cuenta, es que nunca más. Nunca más me digas que me amas, no si a la primera del despertador te vas a arrepentir.
Esa infame manifestación de hercios me va a durar todo el día, ese chillido insolente, inoportuno, incansable. Hoy todo va a ser despertar a la pesadilla.
Sí señorita, le traje todas las firmas. no se preocupe que es todo muy legal. Sí señor, yo pongo tercera, yo embrago, yo freno, pero hábleme suave y tierno por favor. Sí, David, mi vida, hoy te prometo que me voy a estirar hasta el cielo y voy a respirar por la nariz, solo por al nariz, para vos, para todos ustedes.
Y, horacio, el de los finos dedos, cuando las musas te susurren su canto, y yo esté ahí para escucharte hablar con los dioses, lo único que te pido, es que no me mires,
que no me dejes que te vea a los ojos.