martes, junio 26, 2007

"Being a woman enters me party", the collage

lunes, junio 18, 2007

El zapatito. Seguimos recibiendo enseñanzas desde el pasado.


Me salió sin querer. Yo sólo quería poner cositas rosas en un papel virtual, que se las dieran de re femeninas y ya.
Pero la verdad es que se me armó esta cosa como que tergiversada sobre los géneros, a mí me emocionó lo que se dio casi sin que me diera cuenta.

Ay! La señora de la canción justo está diciendo "life don't have to be no bed of roseeeess"

No te digo que el mundo es perfecto? Sólo hay que dejarle que sea

martes, junio 12, 2007

Sección "mi pelo también habla"

Estas fotos se las quiero dedicar a Lu y a Mi, que ahora que las diminutizo, sus nombres se parecen a los de los días de la semana. Mmmm... también se las voy a dedicar a Sa entonces, que alguuuna vez entró por estos pagos.
No retoco un carajo los colores y me cago en el fuera de foco. Me cabe, chicas, su onda antiesnóbica y pro relax.
Bueno, el título y el pelo lo dicen todo: ambas fotos constituyen claras pruebas de que mi pelo habla.
Pelo me dice cosas en el único idioma que conoce, el de las formas.

1. Acá es de cuando Pelo me dijo "alien de cabeza grande".


¡Qué plato! Salí corriendo de la bañadera para buscar la cámara y mamá que me perseguía con toallas para que no le mojara el parquet. Pero qué iba a hacer... por cada pelo que habla, un silencio muere.

2. Recuerdo de cuando mi pelo me dijo "cosa, capaz que un pez, capaz que un dino, con ojo redondo y de perfil"


viernes, junio 08, 2007

Ah, los colectivos... tercer recuerdo

Este es uno de esos textos medio vergonzosos, medio mal escritos, medio lleno de chistes tontos, medio exagerado en comas y bastante falto de puntos...
Pero está todo bien porque constituye el corpus que avala la siguiente frase:
"Ese tipo de tonterías que escribía a los 22"
(Ahora ya paso de los 22 1/2)

Además, quiero aclarar que es para Mikel que lo pidió y para Michu que me acompañó a la parada.
No... y bueno, también para Agus que ya lo leyó y me entendió mucho y para Mateo, que me tiró con un cartel amarillo desde el 114 sin bajarse ni nada.

Sabado bus

Puesta en duda de que lo ominoso del domingo sea su cercanía con el lunes. Acá, el problema, es el sábado.
El domingo a la noche es un momento que guarda una dualidad: por un lado, cierta continuidad, cierto parecido respecto del sábado a la noche; y, por el otro, casi toda la posible lejanía temporal respecto de este (tengamos en cuenta que los viajes al pasábado no son una opción).
Y es una mentira, pero tenemos como una cierta idea de que el sábado no es un colectivo, pero que está lleno de rueditas y te puede llevar a algún lado.
Y si los sábados son frustrantes, los domingos son el doble de frustrantes.
En esas estaba yo, ese domingo en la parada del colectivo, medio saltando, medio acribillando, mordiendo el aire, y demás. Necesitaba.
Y me subo y me siento, y miro, y nada, y prendo, y White Stripes.
Y se sube, y mira, y lo miro, y se queda parado ¡el asiento a mi lado estaba vacío!
Y cada vez está más notablemente vacío, y duda, y se sienta, y se sienta sobre mi pollera, sin querer, se levanta, la corro, y lo miro, y White Stripes.
Tenía un brazo derecho de mujer. Suave y quieto, junto al mío. Pero nada está verdaderamente quieto en un colectivo ¿verdad? las sacudidas de la carrocería simulaban caricias… ¡ay!
Y White Stripes:
“Fall is here, hear the yellback to school, ring the bellbrand new shoes, walking blues climb the fence, books and pensI can tell that we're going to be friends”
Y ahí me empieza a latir el corazón ante la posibilidad. Hacer o no hacer. Y pasan las canciones, y las cuadras, y se puede bajar en cualquier momento. Yo misma no estoy tan lejos de mi parada.
Retrocedo las canciones, se vuelve a escuchar “I can tell…”. Y lo hago, me saco el auricular izquierdo de la oreja, y con una voz capaz demasiado suave, le digo ¿querés?
Y, casi sin mirarme, me responde: “no”.
Todo lo cuál hubiese sido mucho menos vil de haber tenido yo unos auriculares de fácil enganche, de no haber tenido que estar acomodando con mano temblorosa el audífono rechazado hasta que prácticamente la canción llegó a su
fin.